sólo como la viste en el tiempo
que quiso darse a tus ojos y a tu alma.
Hecha de la dura memoria de la carne,
mostraba la astucia y el candor
de quien presentía
la huella que deja otro corazón.
Así la deseabas.
Querías someterle al desdén que promete
el oro de la juventud.
Estabas dispuesto
a sufrir el rigor de sus ojos de hembra
del mejor cabaret: la vida.
Harold Alvarado Tenorio
No hay comentarios:
Publicar un comentario