viernes, 6 de abril de 2012

Agua, vida y tierra



Yo fui estallido fuerte de la selva y el río,

y voz entre dos ecos, me levanté en las cuestas.

De un lado me estiraban las manos de las aguas,

y del otro, prendíanme sus raíces las sierras.
Cuando mi río subía su caricia silvestre

en aventuras locas con el rocío y la niebla,

con el mismo amor loco que impulsaba mi sueño,

lejos de sorprenderlo, me hospedaba en las sierras.
Pero si alguna sombra le bajaba a los ojos,

me repetía en sus aguas hasta dar en la arena,

y era mi grito nuevo como un tajo en el monte

que anegaba las calles y golpeaba las puertas.
A veces la montaña se me vestía de flores

e iniciaba en mi talle curvas de primavera.
Quién sabe en qué mañana se apretaron mis años

sobre senos y muslos y caderas de piedra!
Se treparon mis ojos al rostro de los árboles

y fueron mariposas sus vivas compañeras:

así es como en los prados voy buscando las flores,

y alas pido en las almas que a mi vida se acercan.
Mis dedos arañaron la fuerza de los riscos,

y juraron ser índices de mis futuras vueltas;
por eso entre los cuerpos doblados de los hombres,

como puntales puros de orientación se elevan
Yo fui estallido fuerte de la sierra y el río,

y crecí amando el río e imitando la sierra...

Una mañana el aire me sorprendió en el llano:

ya mi raíz salvaje se soltaba las riendas!

Pálidas ceremonias saludaron mi vida,

y una fila de voces reclamaron la prenda...
Mis labios continuaron el rumor de las fuentes

donde entrañé mis años y abastecí las venas.

De ahí mi voz de ahora, blanca sobre el lenguaje,

se tiende por el mundo como la dio la tierra!

Julia de Burgos




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